Las visitas al veterinario de gatos son esenciales para que nuestra mascota se mantenga sana y una de las más importantes es la primera consulta. Ahora bien ¿sabes cuándo debes hacerlo? Elegir el momento perfecto es un factor clave a la hora de garantizar la salud del felino.
Un error frecuente que cometen los dueños de gatos con respecto a la primera visita al veterinario, es llevarlos inmediatamente después de nacidos. Y es, que salvo que lo hayas encontrado en la calle y desconozcas por completo su estado de salud y cómo atenderle apropiadamente, dicha consulta no es necesaria sino hasta que cumpla los cuarenta días de nacido.
Es en dicha etapa, en la que el felino debe ser desparasitado y puede ser objeto de los diversos exámenes de control que se realizan con el fin de determinar su estado de salud. Antes de ese encuentro, el gato tiene que adaptarse a su dueño y haber sido atendido en condiciones que favorezcan su desarrollo.
De esta forma, estará preparado para la revisión que el veterinario realizará. Sin embargo, es recomendable que con anterioridad, se le disponga para ello mediante el contacto con otras personas, así no se sentirá nervioso ante la presencia del médico.
Posterior a esa primera visita, es preciso acudir nuevamente a los tres meses para el refuerzo de las vacunas. Una vez que se han administrado todas y se ha desparasitado al animal, las consultas deben realizarse dos veces al año.
Causas que ameritan una visita especial al veterinario
Existen situaciones en las que se precisa de un chequeo extraordinario, son aquellos casos en los que el gato presenta señales anormales, en las que no es posible esperar hasta que se cumpla el tiempo de su próxima vacuna y que solo pueden ser tratadas por el veterinario. Entre las circunstancias que pueden motivar tales visitas figuran las siguientes:
- Presencia de parásitos externos en la piel o internos en sus heces.
- Golpes severos que les hayan causado heridas o molestias que le impidan caminar o desenvolverse con normalidad.
- Poco apetito o pérdida de peso sin causa conocida.
- Cambio drástico en su comportamiento o estado de ánimo.
- Vómitos y diarrea.
- Heces u orina con sangre.
Estos y demás signos irregulares en su comportamiento o estado físico son razón suficiente para llamar inmediatamente a un veterinario especialista en gatos. Recuerde que es mejor prevenir que lamentar, y ante las dudas, siempre será favorable la opinión de un experto.
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